jueves, 7 de abril de 2011

¿Derecho o servicio?

¿Qué pasa?  Se pregunta Camilo, mientras a lo lejos se escucha la confusa melodía de la protesta ciudadana.  Intenta hacer memoria de lo que vio en el noticiero, para darse alguna idea del origen de la gritería, pero sólo recuerda el resultado de los partidos y las tetas de la presentadora de ‘farándula’. Ni modo, tendrá que esperar a que algún transeúnte le cuente o a que Sergio, su compañero de trabajo, regrese del supermercado con algún dato.

Continúa picando la piña para las pizzas cuando sorpresivamente ‘del cielo’ caen pequeños trozos de papel. Llega Sergio afanado y le dice: -'Marica, son muchos. Vaya mira y vuelve a toda mierda'. Camilo decide dar rienda suelta a su curiosidad y sale corriendo mientras sostiene su holgado pantalón con una mano. Se deja guiar por el ruido de los pitos y tras recorrer un par de cuadras se topa con un enjambre de curiosos  agolpados en las aceras de la Carrera Séptima. Pitos y consignas se escuchan con mayor claridad; el olor a aerosol empieza a bañar el ambiente. Una mancha negra en la cual sobresalen pancartas y banderas se aproxima por la vía.
Allá vienen esos los estudiantes, los terroristas.

Camilo intenta abrirse paso hacia el frente (para saciar su morbo) y, tras algunos empujones, lo consigue. Ahora nota que Sergio no exageraba, en realidad son muchos ¿Ahora que querrán? Se pregunta.


Una pelada que marcha por el borde de la acera se acerca y le entrega un papel. Camilo lo observa y tras leer un par de líneas simplemente lo deja caer. Son muchas palabras y él sólo quiere mirar un rato. Así, en medio de pitos, disfraces, pancartas, pintas raras y  bombos, ve como cruzan miles de estudiantes sin saber por qué están marchando.

Un señor, ya mayor, haciendo gala de la reconocida facilidad con que pueden entablar una conversación con cualquier extraño, se le acerca y le pregunta: ¿Verriondo ese Santos, no? Camilo reduce su ignorancia a asentir con la cabeza a la pregunta. A lo cual aquel hombre añade: ‘es que querer meterles plata de la empresa privada a las Universidades Públicas es un acción necesaria para fomentar la competitividad académica ¿o no le parece? Yo soy profesor de un colegio que queda frente al Salitre Mágico. Mucho gusto, mi nombre es Mario. ¿Y cómo es que se llama usted?’. Camilo, respondió el joven pizzero. ‘Qué pena, lo dejo Don Mario, es que me están esperando. Con permiso’, agregó mientras se alejaba en medio de la muchedumbre.


La situación que se vivió hoy en las principales ciudades del país es mucho más compleja que lo que estos personajes podrían recrear. Sin embargo, podríamos reconocer en las posturas de Camilo, Mario y la ‘pelada’ a los principales estereotipos civiles que confluyen en torno a la discusión del proyecto de reforma a la ley 30.

El papel de Camilo representaría a aquellos curiosos ciudadanos desinformados que no se interesan en los debates políticos ya que no les afectan directamente y que, a pesar de que la información les es dada (viciada o no), no toman una posición ni demuestran interés alguno.

Don Mario vendría siendo el ‘ciudadano emprendedor y progresista’ (!) que ve en la intervención de capital privado en la educación pública como un negocio redondo para el desarrollo del país. En otras palabras, Don Mario sería el burgués capitalista que pretende convertir en un negocio más a la Educación. Sin importarle el hecho de que la mayor parte de la población del país se encuentra incapacitada monetariamente para acceder a la educación superior este personaje pretende denominar ‘competitividad’ a la mercantilización del conocimiento. Su objetivo es convertir a la academia en un centro al servicio de la estandarización y tecnificación del mercado capitalista escudándose en la falaz convicción de que la educación, entendida como empresa con ánimo de lucro, es más conveniente que el actual modelo educativo público.

La ‘pelada’ es el estudiante universitario financiado por el Estado. En reconocimiento a sus capacidades intelectuales estos estudiantes son beneficiarios de la inversión nacional en la Educación profesional (superior). Su papel es desarrollarse como profesional y buscar devolver, por vía social o industrial, al país el apoyo que recibió. Ahora bien, la pelada no está marchando porque sí. La pelada ve vulnerados los derechos a la Educación establecidos en la Constitución y, además, una posible pérdida de la noción de Universidad.

Los más recientes Gobiernos han pretendido enseñarle al país que entre mayor sea la inversión en la guerra mejor será el mañana para la población. De este modo, la Educación compite junto a las armas por el presupuesto del Estado. El actual Gobierno (Santos) pretende aumentar el presupuesto de la Universidad Pública en un 7%, a cinco años. No obstante, ha exigido un crecimiento cercano al 20% en el mismo transcurso de tiempo. ¿Eso qué significa? Sencillo, la Educación Pública deberá encontrar otros medios de financiación. ¿Y cuál es la propuesta del Gobierno para enfrentar este déficit? La respuesta es el proyecto de reforma a la Ley 30. En ese proyecto se establece un cambio radical en la esencia de lo que conocemos como Educación. El término crucial aquí es el Lucro.

El proyecto asume como una posible salida a los problemas de financiación de la Universidad Pública la inclusión de capitales privados en su funcionamiento. ¿Ajá, y? El ‘y’ radica en que:

1.      El capital privado no va a entregar recursos a la Educación sin esperar beneficio alguno.
2.      El medio para obtener ganancias sobre el capital invertido en Educación necesariamente radicará, en cierta medida, en el aumento del costo de matriculas.
3.      Los proyectos académicos serán entonces condicionados en pro de la consecución de beneficios para quien invierte.
4.      La autonomía de la Educación Pública ya no recaerá en el beneficio de la sociedad sino en la relación costo beneficio de los inversores.
5.      La Educación estaría dispuesta al servicio del comercio y no del conocimiento.
6.      La Educación pasaría de ser un Derecho a un servicio; etc.


Los estudiantes de las Universidades Públicas no están manifestando por su ‘inherente’ condición terrorista ni por adelantar la Semana Santa, los estudiantes están saliendo a defender el Derecho a la Educación Pública y a la no tecnificación de la academia.


(Este tema es tan extenso que el anterior texto sólo recrea superficialmente las implicaciones principales; por favor infórmese a saciedad, no sea un Camilo).

1 comentario:

  1. La reforma a la ley 30 amenaza con la destrucción de la autonomía universitaria que tanto se ha luchado en la historia de la Universidad publica, lucha en la cual han participado no solo estudiantes, que seria lo que la mayoría de los ciudadanos desinformados como Camilo vería en las calles y en los noticieros, sino también, profesores que en proporción podrán ser minorías en las marchas pero son una voz potente en el discurso que defiende la autonomía universitaria, el derecho a la educación y la concepción de la U publica como un ente necesario para el desarrollo individual del país sin responder a las necesidades monetarias de los mas acaudalados, sino a los mas vulnerados por la misma concentración del capital, todo esto desemboca en la búsqueda del desarrollo del país.

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